Thomas Hobbes en su obra "El Leviatán" fundamenta el Absolutismo monárquico bajo la premisa de que el estado natural del hombre lo lleva a una lucha constante contra el hombre, da tal forma, es necesario un Leviatán destinado a la protección del hombre.

La unificación religiosa de Francia llevada a cabo por Luis XIV se caracterizó por políticas de conversión de los protestantes y la revocatoria del Edicto de Nantes, el cual un siglo antes había autorizado la libertad de culto con algunas limitaciones.

Versalles fue la residencia real desde 1682 hasta 1789, allí, Luis XIV estableció una cultura cortesana alrededor de su figura con el fin de exaltar su poder y mantener a la nobleza sometida evitando levantamientos.

La participación de Francia en las guerras neerlandesa, de los 9 años y de sucesión española llevaron a la decadencia del absolutismo francés y desplazaron el epicentro absolutista a Inglaterra.

El rótulo de "Rey Sol" hace una analogía al sistema heliocéntrico y denota el poder ilimitado y divino de Luis XIV, a quien se atribuye la frase “el Estado soy yo” como síntesis del concepto de absolutismo monárquico.

Durante la monarquía absoluta de Luis XIV se promulgaron derechos y garantías individuales para la nobleza y el tercer estado, de tal manera, se logró un equilibrio de económico y de acceso al poder en el antiguo régimen.