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Test de lectura critica

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    TEST DE LECTURA CRÍTICA

    Lee el siguiente texto y contesta las preguntas que aparecen a continuación, marcando la respuesta correcta:

    LAS RUINAS CIRCULARES

    El forastero mago se tendió bajo el pedestal del recinto circular. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito, sabía que su inmediata obligación era el sueño (…)

    El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque estos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.

    Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica (…)

    Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo (…)

    Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un hombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó, con un corazón que latía. Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni seño; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. (…)

    Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió.

    Al paso de algunos años logró crear al hombre y comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer y salir a la realidad.

    (…) tiempo después se repitió lo acontecido siglos atrás. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Estos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.

    Adaptado de Borges. J.L. (2009) Obras completas I. edición crítica; comentado por Rolando Costa e Irma Zangara. Buenos Aires: Emecé (Fragmento)

    Teniendo en cuenta la parte subrayada del texto, es posible inferir que el personaje:

    A. Desea tener las mismas facultades que un dios creador.

    B. Estaba listo para disponerse exclusivamente a soñar.

    C. Iba a cumplir con un compromiso extraño.

    D. Debía salir de un mundo para pasar a otro.

  • 2. Multiple Choice
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    TEST DE LECTURA CRÍTICA

    Lee el siguiente texto y contesta las preguntas que aparecen a continuación, marcando la respuesta correcta:

    LAS RUINAS CIRCULARES

    El forastero mago se tendió bajo el pedestal del recinto circular. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito, sabía que su inmediata obligación era el sueño (…)

    El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque estos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.

    Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica (…)

    Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo (…)

    Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un hombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó, con un corazón que latía. Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni seño; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. (…)

    Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió.

    Al paso de algunos años logró crear al hombre y comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer y salir a la realidad.

    (…) tiempo después se repitió lo acontecido siglos atrás. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Estos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.

    Adaptado de Borges. J.L. (2009) Obras completas I. edición crítica; comentado por Rolando Costa e Irma Zangara. Buenos Aires: Emecé (Fragmento)

    La relación que existe entre el primer y último párrafo del cuento se evidencia en el propósito de:

    A. Referir momentos particulares que inciden en la extrañeza del orden de los eventos y la magia.

    B. Indicar la existencia del protagonista y su voluntad de soñar.

    C. Aludir al misterio de las reacciones externas en el cuerpo del mago y la continuidad del sueño.

    D. Mostrar el papel que el destino le había fijado al protagonista.

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    TEST DE LECTURA CRÍTICA

    Lee el siguiente texto y contesta las preguntas que aparecen a continuación, marcando la respuesta correcta:

    LAS RUINAS CIRCULARES

    El forastero mago se tendió bajo el pedestal del recinto circular. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito, sabía que su inmediata obligación era el sueño (…)

    El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque estos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.

    Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica (…)

    Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo (…)

    Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un hombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó, con un corazón que latía. Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni seño; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. (…)

    Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió.

    Al paso de algunos años logró crear al hombre y comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer y salir a la realidad.

    (…) tiempo después se repitió lo acontecido siglos atrás. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Estos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.

    Adaptado de Borges. J.L. (2009) Obras completas I. edición crítica; comentado por Rolando Costa e Irma Zangara. Buenos Aires: Emecé (Fragmento)


    El tipo de narrador presente en el texto es :

    A.Protagonista

    B. Omnisciente

    C. Observador

    D. Testigo

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